viernes, 28 de diciembre de 2012

Manochantas, "visiones" y peregrinaciones

Ignacio Peries y sus manos "milagrosas"


Hace un tiempo escribía sobre nuestro manochanta local, el Padre Ignacio Peries, que con su extraño acento y sus ya famosas imposiciones de manos cautiva a los fieles. Pero Peries no es el único autoproclamado sanador.





Santuario de la Virgen del Cerro, Salta
En Salta, una mujer llamada María Livia Galliano de Obeid dijo en 1990 haber visto a la Virgen María, que le pidió que le construya un santuario. Así lo hizo y desde entonces la Virgen del Cerro atrae a miles de creyentes cada año. Al igual que el Padre Ignacio, Galliano asegura curar con el solo toque de sus manos, y las personas hacen largas colas para tener la oportunidad. Este evento es organizado y filmado por su esposo. La ceremonia incluye una peregrinación hasta la cima del cerro, colas para acercarse a la sanadora, el toque mágico de sus manos sobre los enfermos, y los ayudantes que sostienen a las personas que caen desmayadas.

(Como la Iglesia se pone nerviosa cuando aparecen milagros fuera de su ámbito de control, tanto Peries como Galliano evitan hablar de imposición de manos o llamarse a sí mismos "sanadores" y prefieren usar palabras como interseciones, canalizaciones, intermediaciones, etc.. Sin embargo, lo que hacen es imposición de manos y todo el mundo los llama sanadores.)

La Virgen de San Nicolás
En San Nicolás, la historia de Gladys Motta es muy similar a la de Galliano. Sospechosamente similar, diría si fuera mal pensado. Sí, está bien, soy mal pensado. Motta empezó a tener sus visiones en 1983, 7 años antes. También hizo hacer un santuario y la peregrinación junto a la estatua de la Virgen María ya es directamente masiva. Cientos de miles de personas caminan, pedalean o van en colectivos esperando pedir (a María, a la estatua, a Dios, a Jesús, o a todos juntos) por trabajo, salud, dinero, amor o lo que sea. En este caso no hay personaje sanador, pero sí un santuario enorme construido gracias a las "visiones" de una mujer, una ciudad que ganó en turismo lo que nunca antes y la Iglesia Católica, contenta. En fin, más de lo mismo. 

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