martes, 3 de diciembre de 2013

Sacerdotes entrometidos

Si sos creyente, seguramente te resultará difícil de entender que la intromisión de los sacerdotes -generalmente católicos; no sé si alguna otra religión lo hace- en los hospitales sea algo tan indignante para un ateo y porqué este señor polaco tiene todo el derecho de demandar al hospital, así que pongamos un ejemplo:
 
Imaginate que tenés un familiar o amigo internado en estado grave (sí, es un ejemplo feo, así que supongamos que después al final zafa y todos felices) y que los médicos te dan la noticia de que está inconsciente y es muy probable que le quede poco tiempo. Como esa persona es católica o cristiana, salís a buscar a un cura conocido de la familia para que le administre el sacramento de la extremaunción, o sacramento de la unción de los enfermos. Pero resulta que un rato después, cuando volvés, te encontrás con que otra persona entró sin ningún permiso a la habitación del enfermo y, también sin ninguna autorización, realizó el ritual por su propia cuenta. ¿Eso te indignaría? ¿Te escandalizaría? Lo más probable es que un poco, pero no mucho. No es el mejor momento para ponerse a discutir. Es una situación ya de por sí difícil y, al fin y al cabo, un cura es un cura y el rito es el mismo.

Pero ahora imaginate que el religioso que entró sin permiso y le puso las manos encima a tu allegado no es de tu religión, sino de otra que no tiene nada que ver con vos ni con el moribundo. Dijimos que ya de por sí era una situación difícil, pero ahora, ¿mejoró o empeoró? ¿Te sentís contento de ver a alguien que no conocés, vestido con ropas raras, rezando quién sabe a qué dioses, haciendo quién sabe qué pases mágicos en la cara de tu pariente o amigo? ¿Te parece que él estaría contento? ¿Y si fueras vos el que estuviera ahí acostado?

A un creyente que está en las últimas, ver que se le acerca un cura puede resultarle reconfortante y tranquilizador. Le asegura que va a estar todo bien y que diciendo unas palabritas y tocándole la frente con aceite le garantiza que de acá se va derecho a un lugar mejor. 
 
Pero para un no creyente, es una visión desagradable y aterradora, que sólo sirve para recordarle que el final se acerca y las promesas de paraísos y recompensas a cambio de convertirse a su fe sólo le dan bronca. No es el momento de hacer proselitismo. Es un abuso y debería ser penado, no importan las buenas intenciones que en algunos casos seguramente haya. 
 
Un cura que acude cuando se lo llama puede ser un acto de compasión; uno que se entromete sin permiso, que deambula libremente por los hospitales buscando algún moribundo al que cantarle sus cantitos, es directamente una extorsión en el momento de mayor vulnerabilidad de una persona. Es totalmente inmoral y antiético. ¿Lo entendiste ahora?

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